viernes, 27 de marzo de 2009

Shilton, Moore y...Beckham

Jamás pensé que dedicaría un post tan positivo sobre David Beckham, el prototipo de pluriempleado publicitario que también juega al fútbol. A pesar de eso, desde sus inicios se ha caracterizado por saber distinguir bastante entre lo que sabe hacer -pegarle con la derecha como nadie- y lo que sólo su físico le permite hacer -asegurar a sus hijos a costa de ser el ídolo sexual de las quinceañeras de medio mundo. Esta profesionalidad le ha permitido ir convocado con la selección en 108 ocasiones, 109 con la de mañana.

108 partidos con los lyons son los que jugó Bobby Moore, el primer defensa que hizo del balón su principal virtud. Moore, que nació en 1941 en Londres, pasó gran parte de su carrera deportiva en el West Ham para retirarse en el Fulham, donde coincidió con el mítico George Best.

Siempre la cabeza alta, el mito de Moore lo forjó Pelé en el Mundial de 1970. Ambos se enfrentaron en la primera fase el 7 de junio en Jalisco. Aquel partido lo ganó Brasil, que luego se alzaría con el Mundial, pero O'Rei tuvo un día aciago por culpa de aquel defensa de 29 años que además movía a Inglaterra. "Es el mejor defensa contra el que he jugado", dijo el brasileño.

Shilton

Y es que lo de los mitos ingleses en los Mundiales tiene guasa. A Moore se le recuerda por haber jugado bien un partido que perdió, a Beckham por la expulsión ante Argentina en 2002 y al hombre que más partidos ha disputado en la historia de la selección de la rosa por recoger dos pelotas de dentro de su portería.

Fue un 22 de junio de 1986 cualquiera. Aquel día, Maradona marcó los dos goles más vistos de la historia del fútbol, la 'mano de Dios' y el 'gol del siglo'. Ambos son de sobras conocidos. ¿Quién era el portero de Inglaterra aquel día? Peter Shilton, el hombre que disputó 125 partidos con la camiseta nacional.

Shilton es un tipo genuínamente inglés, muy peculiar. Es un perfeccionista pero puede perder la lengua en cualquier momento. Cuenta la leyenda que de pequeño se entrenaba haciendo equilibrio en una barra gimnástica y que eso le permitía dar unos saltos antológicos. Jugó hasta más allá de los 40 y decía que podía más. Típico fanfarrón inglés, debutó en el Leicester, equipo de su ciudad natal, para acabar jugando en la cuarta categoría.

¿Como recordaremos a Beckham dentro de 20, 30 o 40 años? Seguramente como el hombre anuncio que es, por sus bobadas fuera del terreno, por su esposa o por irse al Madrid y luego a Estados Unidos más por intereses comerciales que deportivos. Seguramente también como el hombre que ilaba seda con su guante derecho. En su mano, y en la de los que le aconsejan, está que también se le recuerde como el hombre que más partidos disputó con Inglaterra. Haciendo anuncios no lo conseguirá, quizás en el Milán sí.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Sade y el fútbol multinacional

Cuando vi la película Saló, la adaptación cinematográfica de 'Las 120 jornadas de Sodoma', el libro de Sade, me pareció curiosa. Aquella violencia aparentemente gratuita, aquella historia sin aparente voluntad polìtica más allá que la del placer irracional y el hecho de tener un argumento tan espectacular -más de 40 personas en un palacio obligadas a practicar todas las posibilidades que ofrece el sexo, incluídas algunas de muy violentas que llevan a la muerte- no me hizo plantearme demasiadas cosas más allá del mismo film

También es verdad que la vi con no más de 16 o 17 años. Ahora, leyendo el especial de Le Monde Diplomatique sobre la crisis económica, me encuentro un artículo titulado 'Sade y el espíritu del neoliberalismo'. La tesis viene a ser que Sade racionalizó ya en 1785, como después lo hizo el capitalismo más salvaje, tres elementos: el espacio, el tiempo y el cuerpo humano. Me explico.

Para el libertino marqués, el espacio era importante y estaba estudiado para que sus 'invitados' en el castillo sólo se dedicaran a lo que el quería que se dedicaran: al placer por el sexo. Parecido a los centros de trabajo del capitalismo. Lo mismo ocurre con el tiempo: la productividad preocupó tanto al marqués que en el artículo, del profesor francés Patrick Vassort, se dice que inventó el taylorismo antes que Taylor. Por último, el cuerpo, que pasa a importar poco menos que cero más allá de sus orificios. Como en el capitalismo más deshumanizado, en el que un trabajador no vale si tiene cáncer (como hemos visto hoy mismo).

Esto me ha hecho pensar en las estrellas mediáticas del fútbol, en si no están sometidas a una racionalización similar. Me he acordado de aquel tenebroso anuncio de Nike en el que tríos de cracks mundiales se sometían a una competición a un gol en una especie de barco abandonado con Cantona como maestro de ceremonias como aquellos libertinos de la película de Sade.

El espacio, perfectamente delimitado por cuatro paredes en forma de jaula, perfecto para 'gambetear' y que todos nos quedáramos prendados con los regates. El tiempo, un gol, nada más angustioso. Y los hombres. Los hombres no valen nada si no ganan. La mejor prueba, que los perdedores acaban en el oceano.

Esta no es más que otra prueba de lo que todos sabemos, de que el capitalismo crea lo que Hannah Harendt llama "hombres superfluos que no presentan la menor huella de espontaneidad". Aquí está la paradoja que diferencia al fútbol de la economía: el anuncio en particular y las estrellas publicitarias en general se nos presentan como genuinamente diferentes porque pueden hacer cosas 'espontáneas' que no están al alcance de otros.

Ahora bien, ¿es este modelo el adecuado para ganar títulos? Es una respuesta que no sabemos a ciencia cierto, es un modelo más. ¿Es el más honesto? Desde luego que no. Ni para los propios futbolistas, a pesar de las millonadas. Algunos de estos pobres inmaduros cubiertos de dólares acabarán arruinados, cuando no con problemas psicológicos. Hay pruebas de ello, por ejemplo, la reacción de Ronaldo antes de la final del Mundial.

Ahora que Florentino quiere volver y el Betis puede ser comprado por unos jeques árabes, es hora de poner en duda el modelo multinacional. A nivel humano, es inviable.




P.D. II: Por cierto, no os perdais en superga.blogspot.com el último artículo de Enric González sobre el Nottingham Forest. ¡Un saludo!

lunes, 23 de marzo de 2009

Más lejos está Neptuno


Decía el sábado Valdano en su columna semanal en el Marca que el Atlético, simplemente adelantando su línea defensiva 20 metros, había ganado mucho como equipo. Agregaba que los críticos estaban esperando un gol por un fallo de la defensa para criticar la táctica de Abel. Pues bien, ya está aquí. El primer gol de Aduriz es un error clamoroso de una defensa adelantada.

Ahora bien, como Valdano pienso que no es el momento de criticar una defensa atrevida, pensada para presionar bien arriba y recuperar en una zona suficientemente adelantada como para crear peligro sin necesidad de construir demasiado. Y es que el problema del Atlético no es defensivo sino de imaginación. Es un equipo falto de magia, de chispa, de alguien con calidad y criterio para mover un equipo grande -o que aspira a serlo-.

Banega tiene tanta calidad como cabeza, Maniche no pasa de ser un tipo luchador y a Raúl García le pesa un grande, y nunca será un constructor, le va bien ser el segundo de alguien. Así pues, al Atlético sólo le queda el suicidio, la locura, el éxtasis. Y a la heroica se le gana a los grandes, cuando el estadio está a reventar y la adrenalina de los cracks de arriba sube a niveles extras.

Contra equipos como el Mallorca, la tensión baja y el equipo se convierte en un equipito, con un centro del campo plano que hipoteca al resto de líneas. Se aleja la Champions para el Atleti, se acerca para un Villarreal que ganó con solvencia y jugando al fútbol. Aunque fútbol ahora mismo es sinónimo de Barça, los de Castellón, junto al Sevilla, el Madrid y el Málaga, demuestran que hay algo más allá de los cuatro corners del Camp Nou. Se divisa lejano, pero algo hay. Más lejos está Neptuno.

sábado, 21 de marzo de 2009

Una pesadilla de abril


Eran cerca de las 22.30 de un 25 de abril de 2006 cuando Clichy empujó a Jose Mari. Vila-real tembló de alegría. Como su estrella, Juan Román Riquelme. ¿Qué debió sentir? Alegría pero miedo, esperanza y nervios. Era su día. Pero Riquelme falló y con su fallo despertó todo un pueblo de un sueño de abril que se convirtió en pesadilla.

No fueron días fáciles y por eso ayer todos en Vila-real se acordarían de aquella noche y de los sucesivos días. El pueblo amaneció con pancartas de apoyo a su estrella, que ya no volvería a ser el mismo y que dejó tirado al equipo en un momento de dificultad, puesto que tras caer eliminados en la Champions había que luchar por volver a la máxima competición. El Villarreal fue séptimo y jugó la UEFA vía Intertoto, pero la estrella de Riquelme se apagó.

Es caprichoso el azar, que vuelve a juntar a Villarreal y Arsenal en Champions. Al equipo de Pellegrini le llega la eliminatoria de la venganza en el mejor momento. Hubo dudas tras la marcha de Riquelme: el mediapunta acaparaba mucho el juego y habría que cambiar un modelo personalista a uno de más sentido colectivo. Muchos -yo entre ellos- pensaron que eso podía hacerlo un grande pero no un equipo como el Villarreal.

Subestimamos a Fernando Roig, un hombre que si algo tiene es palabra y constancia. Con su dinero ha consolidado al equipo y, gracias a Pellegrini, el cambio de modelo ha sido un éxito. Hoy el equipo no se entiende sin una pléyade de peloteros en la medular. Ya no está Riquelme, pero entre Senna, Cazorla, Pirés, Cani o Ibagaza le sustituyen a la perfección. El modelo es mejor que el anterior, puesto que si uno falla hay tres o cuatro más. El mejor ejemplo es el último mes y medio de Cani, desterrado durante la primera parte de la temporada.

Un nuevo tren de los sueños vuelve a pasar por la Plana Baixa. Que no se vuelva a convertir en pesadilla depende de los caprichos de 180 minutos de fútbol. Ya no está Riquelme, al que su pierna derecha le blandió en el último segundo del último minuto.

martes, 17 de marzo de 2009

Superliga Europea: ¿llegará el momento?

Comienza a ser un tema recurrente. Cada dos o tres años toca hablar de la construcción de algo sin saber exactamente de qué. De un macroproyecto que integre a los mejores equipos de Europa en una liga que, sobre todo, se base en los beneficios. Sale cada poco tiempo porque los medios de comunicación y los grandes clubes -que agrupan a la gran mayoría de seguidores- saben que al gran público le atrae la idea.

Ayer le tocava al diario El Mundo, que introducía la novedad respecto a otras intentonas de que, en esta ocasión, los clubes tenían, pensado convencer al presidente de la UEFA, Michel Platini, de la conveniencia del proyecto. Los grandes equipos de Europa han dado su brazo a torcer ante la burocracia futbolística, es la derrota del capital. Pero ese es otro tema. O no.

Según lo explicado en el citado diario, lo que se plantea en esta ocasión es formar una especie de liga con tres divisiones en las que pueda haber los grandes de Europa pero también buena parte de la clase media y permitir una apertura al Este y a países con tanto fútbol como los balcánicos. La primera gran duda surge en como colocar a los equipos. En el artículo se da a entender que existiría una especie de plus histórico que salvaría a equipos como el Milan o el Ajax de la vergüenza de estar en Segunda.

Muchas veces se ha comparado este proyecto con la NBA y se ha hablado de ligas estancas. Es decir, que un equipo que esté en categorías inferiores no podría subir a la máxima competición. Esto parece que el último borrador lo excluye. Una vez superados estos dos escollos, queda por resolver el no más espinoso tema de las competiciones de carácter estatal. Algunos clubes ya han mostrado sus reticencias al proyecto si esto ha de afectar a las ligas locales. Por ejemplo, el Bayern Múnich.

Esto, aunque parezca mentira, nos traslada a un debate muy presente y sin el que no se puede entender el proceso de construcción de la Unión Europea: supranacionalismo o intergobernamentalismo? El segundo concepto es el que más éxito ha tenido entre los socios europeos y consiste, a grandes rasgos, en cooperar en aquellas materias en las que interese sin ser demasiado ambiciosos y sin tocar temas que puedan crear controversia. El primero, en cambio, supone una verdadera integración más allá de las diferencias.

Es por eso que creo que, más allá de lo ilusionantes -o mareantes- que pueden parecer las cifras de beneficios que se barajan, creo que a la hora de dar el paso definitivo muchos se echarán atrás. Ahora bien, estamos ante la crisis de nuestras vidas, que seguramente acabará con parte del mundo tal y como lo entendemos. Es por esto que ahora más que nunca no se pueden descartar cambios.

¿Qué pensais? Personalmente, creo que sería la culminación de un proceso de globalización que se inició en 1995 con la aprobación de la ley Bosman. Desde entonces se ha producido en las grandes ligas europeas un proceso de monetarización extremo que ha llevado a la concentración de títulos en los dos o tres grandes clubes.

Así, desde entonces, en España sólo han ganado la Liga el Atlético, el Depor y el Valencia (2), cuando en los ochenta aparecían con frecuencia equipos como el Athletic o la Real Sociedad. En Italia, sólo la gran Lazio del 99 ha sido capaz de arrebatar un Calcio a los grandes, cuando antes equipos como el Napoli, la Sampdoria e incluso el Verona se habían alzado con el Scudetto. Lo mismo pasa en Inglaterra, donde desde la entrada en vigor de esta ley nadie que no se llame Arsenal, Manchester o Chelsea ha ganado la Premier. ¿Dónde están los Blackburn, Liverpool, Everton o Leeds de campañas inmediatamente anteriores?

Pienso que los aficionados no debemos dejarnos llevar por unos cantos de sirena que pueden no serlo tanto. Al fin y al cabo, la Champions nos pone porque es diferente, porque te permite medirte a los mejores de otros países y comparar estilos. Unificando siempre se pierden detalles, así que este megaproyecto me plantea casi más dudas que esperanzas. ¿A vosotros?

lunes, 16 de marzo de 2009

Bojan y el espacio en el campo

A las 21.00 me senté a ver el Barcelona. Sobre las 22.10, cuando estaba a punto de decir que Bojan no es Eto’o, el canterano metió los dos goles. Temía –y temo- que la inactividad haga que Bojan se quede en buen futbolista y no llegue a ser un top ten. Condiciones tiene. Verle jugar frente a chavales de su edad es tan insultante como la de John Wayne frente a centenares de apaches.

Recuerdo el Mundial sub-17, aquella prórroga frente a Ghana en la que Bojan se echó el equipo a las espaldas y, tras recibir una falta que él solo provocó enfrentándose a toda la defensa africana, marcó un gol que llevaría a España a la final. Él no la jugaría por expulsión y España perdió. Allí me impresionó el serbio de Linyola.

Aquello me hace pensar que Bojan no está hecho para ser uno más. Es un tipo que siempre ha estado por encima de sus teóricamente iguales y, con confianza, puede ser un lider. ¿Qué le falta a Bojan para ser el 9 del Barcelona? A mi juicio es sobre todo una cuestión de apariencias. Cuando un defensa ve a Eto’o le tiembla todo y necesita deshacerse de la pelota. Aunque el camerunés esté a 20 metros, aparenta cubrir mucho más campo del que realmente cubre. Eso, a falta de la velocidad punta de Eto’o, se consigue posicionándose y en eso Bojan tiene mucho que aprender. Cuando no tiene la pelota, da la sensación de estar perdido y de aportar poco.

Luego Eto’o puede ser más rápido, pero Bojan –criado en la más excelsa escuela del toque- es más capaz de colaborar con el equipo en la elaboración. A mi juicio, el de Linyola tiene más condiciones que el camerunés. Es cuestión de tiempo y confianza. Tras ver el abrazo de Guardiola al niño tras el cambio, me quedan pocas dudas de que técnico y futbolista lo tienen todo hablado. Guardiola ha ganado a Bojan para la causa, lo que no es poco con el mes de abril que le espera al Barça.

sábado, 14 de marzo de 2009

Arrebato obrero

Consciente de que tiene las de perder en la mayoría de ocasiones, la clase obrera funciona a base de arrebatos desacomplejados ante los abusos del capital. Así fue la victoria del Liverpool frente al Manchester, un triunfo de la dignidad, de lo humano frente a la máquina apisonadora de Ferguson.

Consciente de que la guerra está perdida, el Liverpool salió a todas. Poco a poco se fue adueñando del partido hasta que ¡zas!, en un penalty tan inocente como discutible -no había ninguna opción de que Park llegara a la pelota- se vio con 1-0. Sin haber hecho mucho, el United había enchufado el primero y, con ello, la apisonadora. En los cinco minutos siguientes, los diablos empujaron como sólo pueden hacerlo ellos para tratar de matar la Premier.

Fue en ese momento, ante la dificultad, cuando el Liverpool humanizó el fútbol. Con dos arrebatos propios de quien se sabe inferior a largo plazo pero que se siente fuerte empató. Torres y Gerrard fueron el ejemplo de que el trabajo y el esfuerzo son útiles frente a quien todo lo puede. El madrileño luchó por un balón imposible -para el resto del mundo menos para él, que se lo digan a Pepe o a Lahm en la final de la Euro- y Gerrard rebañó una pelota que que Evra le hiciera penalti.

A partir de ahí todo fue más fácil para los 'reds', especialistas en perder batallas a largo plazo pero capaces de todo en un forcejeo puntual. Seguramente el United ganará esta liga gracias a la profundida de su plantilla, pero el Liverpool suma de tres en tres ante los grandes. ¿Un aviso para un posible cruce en la Champions?

miércoles, 11 de marzo de 2009

El simbolismo, Guardiola y Montalbán

Ayer imaginaba a Guardiola, en el hall del hotel de lujo donde se alojaba el Barcelona, explicando a sus futbolistas quien fue Manuel Vázquez Montalbán, lo que significó para el mundo de la literatura española y también lo bien que entendió a un club como el F.C. Barcelona, al que definió como "un ejército desarmado de Catalunya". A los dos minutos pensaba que tenía que dejar de ver Crackòvia, un programa de humor deportivo de TV3 en el que oponen y exageran la presunta intelectualidad de Guardiola a la estupidez y pasotismo cultural de los jugadores.

Ahora, tras ver como el Barça ha ganado -mejor, ha vapuleado- 5-2 al Lyon de Benzema, pienso que quizás mis pensamientos se cumplieran y hubiera una charla sobre Montalbán en ese frío hall de la capital catalana. Todo esto viene a cuento de que Guardiola, gran conocedor del simbolismo, cambió los hábitos y concentró a los jugadores en Vallvidrera, donde pasó su madurez el 'padre' del detective Carvalho. Era en este municipio situado cerca del Tibidabo donde Montalbán venía su Barcelona natal levantarse y acostarse, con el Mediterráneo de fondo.

El técnico azulgrana quizá sabía que para Eto'o o Keita concentrarse aquí era igual que hacerlo en la Conchinchina, pero seguro que para él no. Era una manera de que el Barcelona se encontrara a si mismo respirando el aire puro que Montalbán agradecía tras una buena comida. Los jugadores vieron ayer la ciudad a sus pies y quizás dedujeron que hoy les tocaba devolver a esta mole lo que el sufrido culé ha hecho por el club en el que juegan durante años.

Allá donde estés, Guardiola seguro que hoy ha pensado en ti y se ha acordado de los que escribiste sobre él cuando se fue del Barcelona. Yo también, buenas noches.

P.D.: Sin Guardiola, de momento, era como si una bebida catalana tan carismática como Aromas de Montserrat dejara de ser de Montserrat o perdiera los aromas

lunes, 9 de marzo de 2009

El tiempo como hecho cultural

En su libro de reportages sobre África Ébano, Kapuscinski escribe que para los europeos "el tiempo funciona al margen del hombre", que es objetivo. En cambio, "los africanos perciben el tiempo de manera diferente. Para ellos, es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica y subjetiva (...) desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo".

Cada cultura tiene su propia noción del tiempo. En el mundo llamado Occidental, para bien o para mal, estamos empeñados en luchar contra lo imparable, querríamos moldear las horas que tiene un día en función de si es lunes o sábado. Esto es imposible, y muchas veces es esto lo que nos genera estrés.

Esta semana he creído averiguar que este hecho en España está mucho más arraigado. O por lo menos en el fútbol español. En diez días podemos pasar de estar el Barça en crisis (Sport dixit) a estarlo el Madrid si mañana es eliminado de la Champions League en la ciudad del Yesterday. Creamos crisis y las zanjamos con la subjetividad de una victoria.

Tengo la sensación de que en Italia o Inglaterra no es lo mismo. Ancelotti tiene -si Florentino no obra la machada- la continuidad asegurada en el Milán a pesar de estar eliminado de la UEFA, la Coppa y estar tercero en Liga a 12 puntos del eterno rival. Los jugadores necesitan renovarse -la media de más de 29 años no deja lugar a dudas- pero el proyecto no parece ponerse en tela de juicio.

En la Premier, todos conocemos las historias de Ferguson, Wenger, y la que está construyendo Benítez al frente del Liverpool. El técnico del hoy todopoderoso ManUtd fichó por los diablos rojos en 1986 y hasta 1990 no ganó su primera FA Cup, un título menor. Hasta el 93 no ganó la Premier. Con Wenger pasa más o menos lo mismo: ficha a su antojo jóvenes promesas y forma equipos económicamente rentables y tiene la seguridad de que en los años de vacas flacas no le echarán a la primera de cambio.

El tiempo en el fútbol también tiene su parte cultural. Cada país tiene sus particularidades y su forma de entender el deporte. En Inglaterra, Italia o Alemania tiene una importancia mucho más importante el colectivo, un concepto que traslada ineludiblemente al papel de un entrenador que lo ha moldeado para que funcione. En España, en cambio, la tiranía de la individualidad hace que los entrenadores se conviertan en la mayoría de casos en gestores de alineaciones.

viernes, 6 de marzo de 2009

Fútbol y felicidad

Esta semana, por motivos de trabajo, he tenido que asistir a unas conferencias sobre cambio climático y crisis económica. Uno de los conferenciantes vino a decir que había que bajar nuestro nivel de vida porque es insostenible a nivel climático, y dijo que esto es posible. ¿Cómo, con todas las comodidades que tenemos? No lo sabía, pero aquel hombre estaba respondiendo a una de mis grandes preguntas. Nos explicó que existe una teoría, creo que de un psicólogo llamado Isterling -no lo he encontrado- que viene a decir que a partir de un nivel de riqueza ganar más ya no nos hace más felices.

Siempre habrá excepciones, pero la regla es que a partir de un punto por determinar más dinero no da necesariamente más felicidad. Esta claro que algunos futbolistas o no se rigen por esta teoría o tienen el nivel 'x' muy elevado, pero pienso que no está mal la teoría.

A partir de ahí me he ido interesando por las distintas teorías filosóficas acerca de la felicidad y he intentado ejemplificarlas con determinados comportamientos dentro de un terreno de juego. Allá va:

-Existe la corriente utilitarista, que cree que la mejor manera de llegar a la felicidad es aportando a un colectivo que, si funciona como debe, repercutirá en nosotros. En este grupo entran los '4' de toda la vida, aquellos futbolistas que siempre se ofrecen al compañero. Son gente que no destacan si no gana el colectivo pero que, al tiempo, es difícil que el equipo gane si ellos no destacan. Exquisitos con el balón en los pies, no se les conocen grandes habilidades atléticas. Aunque Busquets se empeñe en demostrar lo contrario con su juventud y desparpajo, es el prototipo de volante culé, de Guardiola a Xavi pasando por Cesc, Iniesta y tantos otros.

-Los estoicos o racionalistas -corrientes parecidas- son gente que basan sus sonrisas en la aceptación de lo que son, no se exigen más de lo que pueden hacer y nunca pierden la esperanza en que su momento llegará. No les importa esperar en el banquillo y pocas veces desesperan. Abundan en los equipos grandes aunque aparezcan poco. Pasan por la vida sin pena ni gloria, nadie les recordará con especial cariño aunque tampoco se dirá nada malo de ellos. Saviola en el presente es la definición perfecta de esta categoría, aunque me gusta destacar a Secretario, aquel lateral portugues que, al parecer, jugó en el Madrid. O tantos y tantos fichajes de la era Gaspart en can Barça...

-En cuanto a los materialistas, ya sabemos, el fin justifica los medios. Son los killers por antonomasia. Preferiblemente italianos o germanos, viven por y para el gol. Cuando su equipo defiende, no dudan en girar la mirada hacia la portería contraria para desafiar al portero y es fácil verles con las cejas encorvadas, respirando a bocanadas y sudados con restos de césped por la cara. Indudablemente irraciones y preferiblemente solitarios, se rompen el alma por un gol y cuando lo consiguen lo expresan con rabia desatada, como partisanos celebrando una victoria decisiva. Es fácil de entender, su felicidad depende de ello.

-Hay corrientes más actuales, procedentes del 'New Thought', que creen que la felicidad no depende de nada material sino que es un proceso mental. La felicidad como decisión. Son personajes que se ha inventado el siglo XXI, siempre sonrientes, mediaticos, hombres-anuncio que pueden destacar en el campo o no. Pero eso poco importa, tampoco la vida íntima, lo importante es salir bien en la última foto. Mañana será otro día y el ayer no importa.

-Por último, tenemos a Gattusso, representante último de una raza en peligro de extinción. El 'New Thought' les ha hecho tanto daño que odian a estas 'estrellitas' y no les consideran futbolistas. Son de la corriente 'nietzscheniana', que afirma que la felicidad no existe y que el hombre ha venido al mundo a sufrir. Para ellos, la felicidad es tan ínfima que prefieren no pensar en ella. El tiempo que pasa entre una victoria y otra es una lucha continua hacia un lugar que, para ellos, no existe. Chapados a lo antiguo, a pesar de tener palos por piernas suelen gozar de la simpatía de un público que añora la época en que el hombre era un animal y ve que podemos volver a serlo.

En definitiva, son maneras de entender el fútbol, maneras de llegar a la felicidad. Un tema aparte son los espectadores, que deberíamos incluirnos en una corriente a caballo entre los estoicos y los irracionales materialistas, puesto que lo que llegamos a aceptar con tal de un instante de felicidad no tiene un nombre terrenal. Por cada jugada bella aguantamos minutos y minutos de sandeces.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El sentido colectivo y el talento

El sábado pasado sufrí. Sufrí viendo el soporífero partido del Liverpool, que perdió con el Boro por 2-0. Aunque ayer ganó al Sunderland por este mismo resultado, la derrota ante los de Southgate condenó a los 'reds' a luchar por la segunda plaza con el Chelsea.

Del partido me disgustaron especialmente Babel, N'Dog y El Zhar. Seguramente son futbolistas que en unos años, si les van bien las cosas, pueden ser importantes en el panorama mundial y a los que seguro hay que darles oportunidades. Ahora bien, no hay nada que me moleste más viendo fútbol que jugadores sin ningún sentido colectivo.

Babel y El Zhar, ambos titulares, no dieron pie con bola. Cada balón que recibían encaraban a los rivales de manera automática, sin mirar a su alrededor e incapaces de juzgar si a su equipo le convenían en aquel momento sus gambetas. El Liverpool era el sábado un equipo cansada, gris, anodino, que lo último que necesitaba era perder balones tontos que pudieran acabar en contras de Downing o Tuncay.

¿Cómo puede ser que futbolistas que fichan por equipos como el Liverpool sean tan limitados tácticamente? Ojo, no estoy pidiendo racanería futbolística, sino jugadores que más allá de saber regatear sepan cuando han de hacerlo. Eso es sentido colectivo y es lo que le sobra a su capitán, Gerrard. Bien harían en mirarse en él.

Y es que sentido colectivo no debería estar reñido con arte y calidad individual. Ambos atributos deberían combinarse para crear futbolistas de verdad, no magos irracionales o camiones sin talento. Pienso que esto es cuestión de escuelas, de maneras de enseñar, pero también actitud individual, puesto que sinó, ¿cómo se entiende que un tipo como Babel, proveniente de la mejor escuela colectiva del mundo, sea tan anárquico e individualista?

lunes, 2 de marzo de 2009

Al Barça se le atraganta la fiesta del fútbol

La enfermedad de un colectivo, ya sea un ejército, un partido político o un equipo de fútbol, se hace patente cuando pierde en su terreno. Eso es lo que le pasó al Barcelona ayer.

Hasta el partido del Calderón, pensaba que lo de Sevilla había sido un tropiezo de normalidad humana, que el derby contra el Espanyol había estado marcado con la expulsión de Keyta y que el resultado contra el Lyon era bueno a pesar de no jugar el mejor de los partidos.

Ayer, no obstante, era un buen día para reivindicarse. Suele decirse que los Atlético-Barça suelen ser partidos de goles, de intensidad, de tensión. Un buen escenario para un Barcelona que en los últimos partidos parecía haberse dormido por la mezquindez de las tácticas rivales, que habían encontrado un filón tapando a Xavi y esperando arropaditos la ocasión de morder.

El fútbol se dio en el Calderón una alegría a sí mismo y el Barcelona acabó llorando en una esquina, incapaz de explicar los porqués de una racha que -ahora sí- da opciones al Madrid en esta Liga que parecía tener el billete de AVE destino la ciudad de la Sagrada Familia. No es normal esta reacción azulgrana, que dio la espalda al fútbol, el principal aliado en sus éxitos y el amigo añorado en estos días de melancolía y nervios.

Las razones principales son la debilidad defensiva -Puyol y Márquez se cubrieron de gloria- y la falta de pegada. Messi hace cinco partidos que no ve puerta, Eto'o le marcó por última vez al Betis y sólo Henry mantiene el nivel en un trío que en la primera vuelta marcó más de dos goles de media por partido.

Los que habíamos ensalzado a Guardiola al más elevado de los altares sin haber pasado ni un momento bajo tenemos que retirar nuestros argumentos y esperar. Esperar a que el técnico de Santpedor sea tan bueno en la victoria como en la derrota y que la principal característica que se le presume -la coherencia- le haga revisar los últimos partidos para que los equipos pequeños no pongan en peligro una liga ganada hasta ahora a golpe de humillación a los grandes. El resto dependerá de unos futbolistas que deben reencontrarse a si mismos si el cansancio de tener una plantilla en la cuentan 13 futbolistas se lo permite.