Aquel día, cuando el reloj tocaba las 22.30 horas, la culerada vivió una de aquellas explosiones de tensión y alegría que crean algo especial. Pasó con Kaiserlautern y llegó Wembley. Y ese algo este año se llama Roma. Esta noche, a las 21.45 horas, los dos mejores equipos del mundo, Barça y Manchester, se enfrentan por el triunfo que corona al mejor de los mejores.
Ambos llegan, en principio, con los deberes hechos. Han ganado Liga y Copa barriendo a sus rivales en sendas temporadas estratosféricas y disputarán esta final con todo el arsenal a punto. El Barça, con Iniesta y Henry en principio al 100%, y el Manchester con Ferdinand recuperado y la única duda de Giggs o Scholes en el once.
Guardiola ya tiene pensado su equipo. Meticuloso y calculador como pocos, ayer no quiso dar nombres pero sí dio pistas. Ha convencido a Keita para que retrase su posición. La pregunta es si se refiere a que jugará de pivote defensivo o de lateral izquierdo. La alternativa es Silvinho, un jugador de garantías que siempre ha cumplido.
Todo el mundo habla del duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo, pero eso sería simplificar demasiado. Lo advertía Piqué estos días: “Leo y Cristiano no se encontrarán apenas sobre el césped”. Saltarán chispas entre el argentino y Evra, por ejemplo. O entre Eto’o y Ferdinand. O entre Piqué y Rooney.
Son demasiados los jugadores que pueden decidir esta noche como para hacer predicciones. Una final es un partido distinto, en el que los elementos en juego pueden acelerarse o ralentizarse como por capricho, por azar. Lo único seguro es que habrá un ganador, si no hay prórroga, a las 22.30 horas. Tres semanas exactas después del gol de Iniesta en Stamford Bridge.