viernes, 29 de abril de 2011

Las cuarenta

Uno, iluso soñador, siempre ha creído que vale la pena ser honesto en un campo de fútbol. Me ha parecido y me parece que el tópico que dice que lo que pasa en el campo allí se queda no es más que una excusa para que el marrullero –que lo es dentro y fuera- justifique su comportamiento. Se puede ser pícaro, pero no marrano.

He seguido con mala gana y cierto pavor la retahíla de estupideces escritas tras la ida de la Champions League, sin sacar nada de positivo. Al final he acudido al tango para encontrar una respuesta. Se llama ‘Las cuarenta’, que canta magistralmente El Cigala en su disco dedicado a este género argentino.

Dice más o menos así:

Aprendí que en esta vida, hay que llorar si otros lloran
y, si la murga se ríe, hay que saberse reír;
no pensar ni equivocado... ¡Para qué, si igual se vive!
¡Y además corrés el riesgo de que te bauticen gil!

La vez que quise ser bueno en la cara se me rieron;
cuando grité una injusticia, la fuerza me hizo callar;
la experiencia fue mi amante; el desengaño, mi amigo...
Toda carta tiene contra y toda contra se da!

Me parece que explica muy bien lo ocurrido durante esta serie de clásicos que vivimos. Un equipo que renuncia a todo juego limpio, jugando al límite, condiciona la estrategia del otro. Creo que es inevitable pensar que los jugadores del Real Madrid recibieron órdenes de ser duros y, por usar la palabra antes utilizada, marranos. Solo así se entiende que Arbeloa y Ramos levantaran de mala manera a Villa en dos ocasiones tras pisarle durante la final de Copa.

Si aceptamos la premisa anterior, creo que el tango sirve como perfecta explicación del comportamiento de Pedro y Busquets. En una discusión hay que tener presente que fue antes, si el huevo o la gallina. Equipararlo, confundirlo o discutir si Pepe tocó o no a Alves y pretender que el árbitro lo viera en directo es demagogia. Útil, quizás, pero demagogia.

jueves, 21 de abril de 2011

Una propuesta para la ida de la Champions

Hace meses que tengo abandonado el blog, pero cuando sube la temperatura no me puedo resistir, pese a mi estresante falta de tiempo. Mi balance en el equador de la locura.

Pasado lo peor de la decepción, toca intentar analizar fríamente la final de Copa del Rey e intentar averiguar qué hacer para afrontar las semifinales de la Champions League desde el punto de vista del Barça. Parece evidente que, si estamos ante una partida de ajedrez, Mourinho ha tomado ventaja con una especie de salida de Defensa India de Rey, basada en unos primeros movimientos que permiten construir un muro defensivo sólido de peones y un buen contraataque, abriendo muchas posibilidades de salida a piezas como la reina y los alfiles.

Los peones Pepe, Khedira e incluso Xabi Alonso, situados como un muro sólido parecido a una defensa de balonmano muy cerca de su defensa, han sorprendido a un Barça que se ha quedado sin demasiados argumentos. Incluso en la segunda parte, cuando mejoró el juego culé, los jugadores decisivos, Xavi, Iniesta y Messi, cogían el balón demasiado lejos de la portería.

El Barça debe conseguir fortalecer su centro del campo, haciéndolo de tal forma que no perjudique a un juego atacante al que no se puede renunciar en demasía. Para mí hay una manera. Hace casi tres años, la selección española imitó al Barça y triunfó. Ahora, al Barça le vendría bien copiar el esquema con que Del Bosque hizo campeón un equipo muy barcelonista.

Durante todo el Mundial, Del Bosque renunció a un delantero para ganar consistencia en el centro del campo con un doble pivote. Xavi e Iniesta jugaban como falsos interiores, liberados de las tareas defensivas. Propongo hacer algo parecido. Con Puyol recuperado, Mascherano puede formar con Busquets un doble pivote de solidez incuestionable, con Xavi e Iniesta flotante entre ellos y la delantera, formada por Messi y Villa o Pedro.

Con este nuevo sistema combatiríamos la superioridad física y numérica del Madrid en el centro del campo, y aparte de estar más seguros detrás, en ataque los marcajes individuales a Xavi e Iniesta podrían ser compensados ​​por Busquets, que podría descolgarse sin tener que estar preocupado por el espacio que deja detrás, con Masche vigilante.

La teoría siempre es muy bonita, después todo es mucho más complicado. Pero aquí queda la propuesta.