lunes, 22 de febrero de 2010

Fútbol postracional

No sé quien se sorprende. Es la última e irrefutable demostración de lo que suelo llamar fútbol postracional. Es el estadio en el que se encuentra este deporte en el que algún día jugaron once contra once y solía ganar Alemania. Ahora sigue habiendo veintidos, pero sólo pueden ganar once: los que defienden el color de los poderosos.

Tchité, Munitis y Colsa han sido los últimos en darse por vencidos, pero ni han sido los primeros ni serán los últimos.

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Me perdonen...


He estado casi 24 horas pensado en si era correcto. Si se podían sacar conclusiones de un solo partido después de toda una vuelta sacando excelentes resultados. Y al final he creído que sí, que había que escribir sobre el Madrid, más por que me lo pedía el cuerpo que nada que porque de mi debate interno haya salido alguna conclusión clara. Vamos allá, y empecemos fuerte.

En una Liga europea con los 16 equipos que disputan los octavos de la Champions el Madrid sufriría para estar en puestos UEFA. Ahí queda dicho, y ahora me explico. El de Pellegrini es un equipo mal construido desde la base, al que pedirle la excelencia es como pedir al francotirador que piense en algo más que en apuntar a la víctima.

El Madrid actual es una máquina arrolladora que actúa como tal precisamente para no ser arrollado. Es decir, que suele machacar al débil porque tiene miedo de ser machacado. Ahora bien, cuando enfrente hay un rival de entidad se ven todas las carencias. Y más si, como ocurrió ayer, el rival se echa atrás a esperar.

De acuerdo que con Guti la cosa puede mejorar bastante, pero es que el Madrid no se puede poner, a estas alturas, a confiar en Guti. Principalmente, porque no está para aguantar el peso de un equipo.

Pero es que, contra rivales de entidad, ni con Guti. El Madrid tiene demasiado jugador inmóvil por delante del balón como para que éste circule con rapidez. Si a esto le sumas una pérdida, problemas. Si enfrente tienes, con todos los respetos, a Mario Rosas, te puedes llevar un susto, pero si tienes a un futbolista de primer nivel te mata. Eso es impepinable, y el Madrid lo sabe mejor que nadie porque ha practicado el fútbol de la pegada durante años y en buena medida aún lo practica.

En fin, que puede haber remontada en el Bernabeu, pero también debacle. Casillas pedía competitividad el año pasado, yo más bien pediría un poquito de regularidad y rigor, porque de ésta a la competitividad hay un paso lógico. Ahora bien, sin regularidad difícilmente se puede ser competitivo porque se pierde la costumbre.

Imagen: Reuters.

lunes, 15 de febrero de 2010

La cuaresma azulgrana

Carnaval deja para el barcelonismo una resaca agria. Como será la Cuaresma, pensará alguno. Que la primera derrota llegue justo ahora, cuando el equipo sufre una plaga de lesiones que habría que aclarar, duele. Al equipo poco hay que reprocharle: en el Calderón no tuvo su noche, pero luchó hasta el final.

Lástima que el Atlético sólo sea grande en contadas ocasiones, porque cuando los astros se juntan y juegan a cosas de mayores son de una raza distinta. Conjugan como pocos la rabia y la pasión con la exquisitez de Forlán o Agüero. Lo dicho, si todos los días fuera domingo… pero no, el Atleti juega bien antes de la Cuaresma, como anunciando que los tiempos difíciles vendrán pronto. O quizá no.

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miércoles, 10 de febrero de 2010

Demasiado que atender

En el fútbol, como en la vida misma, aparecen opiniones de todos los gustos y si bien la polémica arbitra es una tónica tan usual como triste, el debate que rodea a los entrenadores no deja de sorprenderme. Siempre me ha dejado perplejo la cantidad de “entrenadores sin título” que se citan cada fin de semana en los estadios: gente cuya afición es el futbol y cuya opinión parece igual o incluso más válida que la del entrenador.
Y ahí es donde radica el verdadero mérito de entrenar a un equipo profesional, ya que los frentes en los que debe trabajar un entrenador se han multiplicado. Si bien hace años el entrenador debía convencer a sus jugadores y al presidente que le contrataba, ahora debe actuar a gusto de jugadores, presidentes, directores deportivos, directivos varios, aficionados, prensa, etc. Demasiadas opiniones para tener contento a todo el mundo. Pero con el paso del tiempo me he ido dando cuenta que entre todas las impresiones contrastadas, hay una que marcará la figura del entrenador durante su estancia en un club i que difícilmente podrá cambiar: la primera
La última jornada nos dejó la lección de dos entrenadores –Guardiola y Michel- que movieron sus piezas durante el partido como si de una partida de ajedrez se tratara. El entrenador blaugrana se vio en la tesitura de introducir variaciones debido a la inesperada expulsión de uno de sus jugadores y por su parte, el técnico azulón intentaba contrarrestar cualquier movimiento de su rival. El partido se lo llevó Guardiola, pero todo el mundo valora la clase magistral que ambos nos brindaron.
Algo muy diferente ocurre con Manolo Jiménez, técnico del Sevilla, quién no entró con el respaldo de la afición al club hispalense tras la marcha de Juande Ramos y no logra encarrilar tres partidos de tranquilidad pese a la gran temporada que su equipo está realizando: está luchando por la “zona champions” en la liga, en octavos de final de la Champions League y a un paso de la final de Copa.
El último ejemplo del poco apoyo que Jiménez encuentra entre su afición lo vemos precisamente en la ida de la seminifal de Copa ante el Getafe cuando el técnico andaluz decide tomar la arriesgada decisión de quitar a su goleador más en forma para introducir a un mediocentro más. El objetivo era claro: arrebatarle al Getafe el control del centro del campo. El resultado fue todavía más contundente, puesto que el Sevilla jugó mejor a raíz del cambio i ganó el partido por 2-0.
Ahora es cuando me gustaría que aquellos que critican al técnico del Sevilla se quitaran el sombrero ante su actuación, pero tristemente tan solo se limitan a comentar las posibles consecuencias si el cambio no hubiera salido bien.
Con todo, el público es quien paga la entrada i está en su derecho de expresar su opinión. Pero entrenar es un arte para el que hay que estar hecho de una pasta especial. Dejemos trabajar a los artistas.

GUILLEM PRERA MENERO

domingo, 7 de febrero de 2010

Guardiola, otra dimensión

Guardiola miraba al suelo, preocupado. En mi mente se fusionó esa imagen del técnico con la película ‘Una mente maravillosa’, que protagonizó Russell Crowe. Números, flechas, nombres y posiciones interpuestos y desordenados en una pizarra imaginaria. Y de repente…

El Barça ganaba gracias a un gol antológico de Messi, pero estaba con diez. Urgían soluciones. Primer paso: no precipitarse, esperar a que llegue el descanso. Segundo: despistar al rival, retrasando el plan y saliendo al campo sin cambios en la segunda. Tercero: el golpe de gracia, la sorpresa mayúscula.

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lunes, 1 de febrero de 2010

El miedo, el United y el Villarreal: ¿y ahora qué?

Cada afición tiene su propia idiosincrasia, modelada con el paso de los años y las circunstancias. Las características de un grupo son una reacción a los comportamientos de sus líderes y, en este caso, de sus futbolistas. Es por eso que los cambios en la idiosincrasia son lentos y van por detrás de los hechos.


El Barça pasa por la mejor época de la historia, pero su hinchada tiene una facilidad para sufrir que no se justifica teniendo en cuenta los resultados. La culpa la tiene una historia escrita mirando a Madrid y la sensación de ser inferiores al eterno rival a niveles que se pueden controlar –deportivos- y otros que no tanto. Para demasiados barcelonistas, el Madrid cuando gana “tiene suerte” y el hecho de creerse ese discurso hace que piensen que los suyos, para ganar, han de hacer el doble, pues hay que vencer al rival y a la suerte. El pesimismo en estado puro.


Al culé no le sirve con ir delante, siempre mira de reojo.



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