miércoles, 10 de febrero de 2010

Demasiado que atender

En el fútbol, como en la vida misma, aparecen opiniones de todos los gustos y si bien la polémica arbitra es una tónica tan usual como triste, el debate que rodea a los entrenadores no deja de sorprenderme. Siempre me ha dejado perplejo la cantidad de “entrenadores sin título” que se citan cada fin de semana en los estadios: gente cuya afición es el futbol y cuya opinión parece igual o incluso más válida que la del entrenador.
Y ahí es donde radica el verdadero mérito de entrenar a un equipo profesional, ya que los frentes en los que debe trabajar un entrenador se han multiplicado. Si bien hace años el entrenador debía convencer a sus jugadores y al presidente que le contrataba, ahora debe actuar a gusto de jugadores, presidentes, directores deportivos, directivos varios, aficionados, prensa, etc. Demasiadas opiniones para tener contento a todo el mundo. Pero con el paso del tiempo me he ido dando cuenta que entre todas las impresiones contrastadas, hay una que marcará la figura del entrenador durante su estancia en un club i que difícilmente podrá cambiar: la primera
La última jornada nos dejó la lección de dos entrenadores –Guardiola y Michel- que movieron sus piezas durante el partido como si de una partida de ajedrez se tratara. El entrenador blaugrana se vio en la tesitura de introducir variaciones debido a la inesperada expulsión de uno de sus jugadores y por su parte, el técnico azulón intentaba contrarrestar cualquier movimiento de su rival. El partido se lo llevó Guardiola, pero todo el mundo valora la clase magistral que ambos nos brindaron.
Algo muy diferente ocurre con Manolo Jiménez, técnico del Sevilla, quién no entró con el respaldo de la afición al club hispalense tras la marcha de Juande Ramos y no logra encarrilar tres partidos de tranquilidad pese a la gran temporada que su equipo está realizando: está luchando por la “zona champions” en la liga, en octavos de final de la Champions League y a un paso de la final de Copa.
El último ejemplo del poco apoyo que Jiménez encuentra entre su afición lo vemos precisamente en la ida de la seminifal de Copa ante el Getafe cuando el técnico andaluz decide tomar la arriesgada decisión de quitar a su goleador más en forma para introducir a un mediocentro más. El objetivo era claro: arrebatarle al Getafe el control del centro del campo. El resultado fue todavía más contundente, puesto que el Sevilla jugó mejor a raíz del cambio i ganó el partido por 2-0.
Ahora es cuando me gustaría que aquellos que critican al técnico del Sevilla se quitaran el sombrero ante su actuación, pero tristemente tan solo se limitan a comentar las posibles consecuencias si el cambio no hubiera salido bien.
Con todo, el público es quien paga la entrada i está en su derecho de expresar su opinión. Pero entrenar es un arte para el que hay que estar hecho de una pasta especial. Dejemos trabajar a los artistas.

GUILLEM PRERA MENERO

3 comentarios:

  1. jojojo mejor es Unai que ya hace los cambios que le canta la grada :P:P:P

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  2. Sustituir a un delantero no implica pérdida de gol. Manolo Jiménez acertó y casi nadie lo reconoce. Ha conseguido, a pesar de las bajas, meterse en la final de la Copa del Rey.

    Saludos desde La Pizarra

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  3. Hola, además de ser buen entrenador se tiene que ser inteligente y eso Míchel y Pep Guardiola lo tienen.
    Saludos desde
    agolpedebalon.blogspot.com

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