miércoles, 13 de octubre de 2010

Violencia


A Serbia se la sancionará por los disturbios de Génova, y seguramente haya razones para ello. El comportamiento de los ultras serbios es indecente y, como decían algunos medios italianos tras la suspensión del partido y posterior batalla campal fuera del estadio, podría haber acabado en una tragedia como la de Heysel.

No obstante, no se puede olvidar que gente como Ivan Bogdanov, cabecilla del grupo fascista llamado Tigres de Arkán, nacen y crecen en el contexto de la descomposición de la antigua Yugoslavia, y tratan de hacerse hombres en una Serbia deprimida a la que Europa obliga a dar pasos para la integración pero sin dar mucho a cambio.

Se le suele llamar frustración, y consiste en radicalizarse ante la falta de oportunidades. El análisis es mucho más complejo y puedo estar ante un error fatal, pero creo que el proceso mental es similar al que realizan los aquí mal llamados ‘antisistema’.

Se cuestiona, por una ideología u otra, que la violencia sea únicamente legítima para el Estado. Y se hace ante la falta de futuro. Y aquí, la solución policial no sirve, especialmente si es la única.

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