sábado, 24 de abril de 2010

Reflexión de sábado por la mañana

Los árabes al parecer ya han comprendido que no pueden arrojarnos al mar. Lo triste es que a los judíos les resulta difícil vivir sin que haya alguien que quiera arrojarlos al mar
Uno, que de pequeño se enamoró del fútbol por mimetismo paterno porque pensó que aquello que tanto preocupaba y emocionaba a su mentor tenía que ser muy poderoso, se siente defraudado consigo mismo cuando se sorprende contando los pequeños detalles que, sin ser decisivos, cree que están adulterando la competición y el deporte que tanto aprecia.

Se alegra al pensar que, al menos, ahora son otros los que lloran, braman y hacen las mil y una porque son incapaces de competir con los que ahora juegan bien, ganan títulos y se llevan los elogios. Y se tranquiliza al pensar que ni comités de competición, horarios de los partidos y decisiones parciales han podido hasta ahora con un equipo que "no tiene precio".


Empieza el sábado leyendo 'Fima' de Amos Oz, un libro sobre un personaje desperdiciado por la sociedad y desquiciado por el cinismo, que sólo se altera al hablar de su Gobierno, el israelí, al que ve alejado de la realidad. Ni una palabra sobre fútbol. Quizá ese maravilloso deporte de 90 minutos al que envuelven miles de horas de estupideces le ayudara a salir de su mundo.

Postdata: Suerte que por Sant Jordi no me han regalado 'Elogio del pesimismo', como a otros.

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